Hace tiempo que no encontraba nada que me hiciera recapacitar, pensar, reflexionar o simplemente creer. Me enseñó a soñar con volar a pesar de no conseguirlo, que si me apetece tirarme en paracaídas, debo hacerlo, a olvidar todo lo que me rodea cuando suena la canción. Aunque también me enseñó a pensar en las consecuencias de todas mis acciones, a creer que hay vidas detrás de la tuya, que en cualquier momento toda tu vida se puede desmoronar con tan sólo un soplo de aire fresco. Y fue él, él quien me hizo darme cuenta también de que debía pensar en mí, tal vez era porque, a pesar de que no nos diésemos cuenta, nuestras vidas se parecían demasiado. Y fue su pelo y las estrellas de aquella noche que nos llamaban, que mientras sentados en unos columpios, empezamos a conocernos. Bona nit.
Le he dado la vuelta al mundo en menos de un segundo
He cruzado 100 laberintos y nunca me confundo
He cruzado 100 laberintos y nunca me confundo
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