Contamíname de tu imaginación, de tus aires de libertad y de tu afán por conocerme. Contamíname de tu esencia, de tu acento, de tus pasiones y defectos.
Víciame a tu droga, pásamela, nunca la malgastaré. La necesito, necesito parecerme aún más a ti. Con ella ya no habrá norte, no habrá sur ni los 900 quilómetros que separan a una gota ácida y corrosiva de otra gota aún peor.
Dame tres horas, dame ciento veinte palabras y te demostraré que habrá una próxima vez.
Contamíname, sólo te pido que me contamines, recuerda que necesito parecerme aún más a ti.
Bona nit little man.
¿Existe el destino? ¿Habrá un verano juntos? ¿ Tengo que confíar en un futuro o empezar a recordar nuestro pasado? Son preguntas sin respuestas con unos dueños cabezones con ideas fijas. Cansadas de andar sin rumbo, descansan en la playa. Allí está ella, esperando al testarudo, pero él no aparece, el ha decidido alterar el destino. Ya no habrá futuro juntos, ya no habrá conversaciones ni la grata sensación de compartir palomitas. No habrá distancia, no habrá tiempo. Las musas desaparecerán y el temible silencio llenará sus vidas. Olvidarán todo su pasado, sus interminables paseos, sus cabreos, sus cartas y sonrisas. Olvidarán que lo suyo era indestructible y que la magia era lo que les unía. No habrá todo, no habrá nada.
Ya no habrán preguntas, ya no habrán habladurías.
Hagamos que todo esto no se convierta en un mero recuerdo.
